«Tu Historia» – Dina Carrillo.

DinaDina Carrillo.
34 años.
Lic. Administración/Lic. Enseñanza de español para extranjeros.
México, D.F.

La primera vez que me animé a salir en bici fue a consecuencia del deseo de sentir lo que mi amigo Beto “El Loco” transmitía a través de las fotos que publicaba en su Face. Él siempre lucía contento y saludable no importando si hacía calor, frío o incluso llovía. Aquellas postales se me clavaron tanto en la memoria al grado de motivarme y pedirle que me permitiera rodar con él en las noches. Obvio, comencé en Bicitekas. Fue una noche lluviosa de julio del 2012 con una Benotto 24 y canastita incluída. ¡Increíble!

Posteriormente me incorporé a Demos Bike, un grupo que me ayudó bastante a elevar mi nivel y mejorar mi condición. Rodaba diario con ellos y no me importaba llegar a casa a las 3:00 am sedienta, hambrienta, a veces, destrozada por la exigencia de la rodada; simplemente iba a la cama y dormía feliz las cuatro horas que restaban de la noche antes de iniciar mi jornada laboral.

Me da mucha risa recordar cómo me hacían burla de mi bici, ¡claro!, todos ellos con sus súper aviones y yo con mi 24 (a la que decidí quitarle la canastita después de estamparme con una caseta telefónica)que por su fuerza y valentía decidí llamarla “Super 24” y sí, es bien cierto, esa bici me llevó a lugares que jamás había imaginado pisar y menos en la madrugada; calles, avenidas, autopistas, cerros y hasta a volcanes; fue (y es) leal conmigo porque nunca me dejó tirada, yo confiaba en ella y ella en la potencia de mis piernas; sus frenos nunca fallaron y hasta la fecha sólo dos veces se ha ponchado y es que es ¡toda una guerrera!

El cambio había llegado a mi vida. Justo en una noche de lluvia lo conocí y la palabra mágica “Maruata” nos dijo que sería bueno compartir esta nueva manera de ver el mundo, desde entonces estamos juntos y sí, la bici nos unió.

Paulatinamente y acorde a lo antes mencionado de manera repentina y casi sin darme cuenta ya estaba trabajando cerca de casa donde la bici se volvió al 100% mi medio de transporte. Ahora voy y vengo en bici al trabajo, a la escuela, a la tienda, al mercado (porque yo no consumo en Wal Mart), al parque, al museo, a la Cineteca, a reuniones con amigos ¡uff!, a cualquier lado.

Desde que conocí el placer de rodar, no he podido parar y entre más pedaleo mayor es mi deseo de seguir, mi salud es perfecta, me siento llena de vida y no importa cuán difícil haya sido mi día, siempre está ella, mi Super 24 para desahogar mis penas e incrementar mis alegrías.

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«Tu Historia» – José Ricardo Vitela Sánchez

fresh

José Ricardo Vitela Sánchez
25 años
Ing. Electrónico
Ciudad Juárez

“Con ayuda de mi novia realizo carteles alusivos a la bici y los cuelgo por toda la ciudad”

Bicicleta, hermoso y sublime, menospreciado por la ignorancia y la flojera. Aburrido, sucio, deprimente  y tedioso es utilizar el transporte público (ruteras) en mi ciudad, ese fue el detonante principal para que adquiriese mi primer bicicleta para transportarme a la universidad y al trabajo, en mi niñez la utilicé y los recuerdos de la sensación de libertad evocaron desde lo más profundo de mis recuerdos.

La metamorfosis que experimenté desde ese día hace 3 años: empecé a participar en carreras de ciclismo de montaña (chupacabras 100km Ciudad Juárez, vencedores del desierto 90km en Delicias, Chihuahua, Aventura en las dunas 40km Samalayuca Chihuahua). Sin embargo al realizar una introspección de este deporte comprendí que no era lógico competir con bicicletas de 30,000 pesos y yo con una de 2,000 pesos jajajaja, puse los pies en la tierra y ya solo recorro los cerros de mi ciudad por gusto y uno que otro maratón de 42km jajaja. Actualmente pertenezco al los movimientos de ciclismo urbano en mi ciudad “Juárez en bicla” “critical mass ciudad Juárez” “rodada de altura” y  con ayuda de mi novia realizo carteles alusivos a la bici y los cuelgo por toda la ciudad, tengo en mente abrir un club en mi colonia para fomentar el uso de esta panacea rodante así como educar sobre la sana alimentación, de manera gratuita.

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«Tu Historia» – Javier Garduño

EnBici

Javier Garduño
29 años
Estudiante y consultor en finanzas públicas y desarrollo urbano
Ciudad de México

“Sabía que formábamos parte de un movimiento que realmente estaba cambiando la ciudad”

Para mi en un inicio la bicicleta fue una especie de liberación. Yo no andaba en bici hasta que en la universidad me fui a realizar un semestre de intercambio en Italia. Llegué a una ciudad muy turística en donde la oferta de servicios (tanto de ocio como de transporte) me resultaban sumamente cara. Un amigo mexicano que también vivía ahí me vendió una bicicleta y a partir de ahí mi vida cambio literalmente. Ya no me tenía que preocupar en mis trayectos a la universidad (en los primeros días decidí no pagar el transporte por lo que cada viaje era una preocupación constante por no encontrar controladores en el autobús), podía conocer lugares alejados del ajetreo turístico y tuve un medio para recorrer la ciudad y conocerla a fondo. Recuerdo que una vez llegué a la oficina de Turismo de la ciudad a pedir un mapa para conocer las rutas cercanas para recorrer en bicicleta. Saliendo de ahí decidí ir hacia el norte y ver cómo era perder el espacio urbano para adentrarme en los campos de la Toscana. Una vez saliendo de la ciudad de Florencia no pude parar. No llevaba conmigo ni dinero, ni identificaciones, ni agua… y simplemente empecé a pedalear hasta que llegue a un pequeño pueblo vinicultor después de recorrer casi 50 kilómetros. Tuve que hacer un esfuerzo sumamente grande para poder regresar a Florencia con el estómago vació y sin agua, pero una vez de regreso me dí cuenta del potencial tan grande que tiene la bicicleta.

Cuando regresé a la Ciudad de México fue cuando mi experiencia como ciclista urbano cambió. Ya no se trataba de una forma para poder conocer la ciudad sino una batalla de todos los días en un ambiente sumamente hostil con los ciclistas. Ahí fue donde me convertí en “activista” pues me dí cuenta que a pesar de ser pocos en una ciudad de millones, al final los que estábamos dispuestos a modificar la forma en la cual nos desplazamos eramos muchos. Conocí a los Bicitekas, que ya llevaban varios años organizando rodadas nocturnas por la ciudad, y fue cuando decidí ponerme formalmente la camiseta de “ciclista urbano”. El intercambio de experiencias con gente de Bicitekas, la diversidad de la gente que asistía a sus rodadas y el ambiente que se creaba en esas noches de luces y pedales me cautivó. Sabía que formábamos parte de un movimiento que realmente estaba cambiando la ciudad y la percepción que se tiene de la bicicleta En fin, con Bicitekas conocí lugares de la Ciudad los cuáles no sabía que existían, tanto por su lejanía como por su dificultad para acceder.

Creo que la bicicleta vuelve a las ciudades más humanas. Prácticamente podría resumir lo anterior con una sonrisa. Me explico. Cuando empece a andar en bici en la Ciudad me dí cuenta que muchos ciclistas te sonríen cuando te los encuentras en la dirección opuesta (y más los que usan casco). Es como una especie de reconocimiento por hacer algo para mejorar las cosas (creo yo). Para mi no es tanto una forma de reducir emisiones de contaminantes sino un forma de reconocernos como parte de una colectividad en un ambiente sumamente atrapado por el individualismo y el consumo. Siento que como ciclistas estamos reconstruyendo un vinculo que nos había alejado del espacio público y que al hacerlo estamos ejercitando nuestros cuerpos y nuestro espíritu.

Pero reconstruir los vínculos no es una cosa fácil. Al final, en nuestra ciudad es una batalla por el espacio público. Durante muchos años hemos hecho todo lo posible para que circular en auto sea más fácil, lo cual también se convierte en una aspiración. Y creo que esa es una de las principales barreras a las que me he enfrentado como ciclista en la Ciudad. Mucha gente se queja del tráfico, pero no se puede imaginar estando fuera de una auto. Muchos sólo han vivido la ciudad a través del cristal de los coches y no puedan pasar esa barrera por que piensan que lo que está afuera es ajeno y peligroso.

El problema con los tomadores de decisión en la Ciudad de México es que se le ha apostado a muchas cosas. Por un lado hemos visto inversiones muy importantes en infraestructura cicilsta en el centro de la ciudad (ciclovías y sistemas de bicicletas compartidas), pero por otro lado a las afueras hemos construido cientos de kilómetros de vías elevadas exclusivas para los automóviles. Con incentivos tan distintos es muy dificil que la gente realmente se baje del auto o vea en la bicicleta una alternativa real de transporte. Pero aún así, y pienso que por un esfuerzo conjunto entre el gobierno y los ciudadanos, la cosas están cambiando en el DF. Cada vez se ve más gente pedaleando a la ciudad y espero que esto sea el inicio de un cambio muy profundo en nuestra relación con el espacio urbano.

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«Tu Historia» – Raúl Gerardo

RaulRaúl Gerardo
44 años
Ingeniero Industrial
Monterrey

“Tenía algo de sobrepeso”

Hace un poco mas de 5 años, Ruly estaba por llegar a las 4 décadas, tenía algo de sobrepeso, niveles de colesterol en los límites permisibles, principios de reflujo gástrico, además de sintomatología y afecciones propias de la artritis y sobre todo un par de hijos que apenas iniciaban su etapa escolar, así que pensó que era tiempo de hacer algo de ejercicio, y como en el pasado había practicado y disfrutado las bondades del ciclismo de montaña, decidió comenzar a trotar para eventualmente mejorar un poco su pésima condición y poder pedalear agusto por los senderos agrestes que demandan cierta capacidad física.

Algunos meses después de haberse propuesto cambiar de hábitos, ya estaba haciendo su primer recorrido en bici, lo sufrió pero lo disfruto más, así fue el re inicio, pero como todo, una cosa lo llevó a otra, y continuó con el trote y mejoró poco a poco en la bici.

Antes de imaginarlo y a unos cuantos días de convertirse en cuarentón, decidió correr su primer carrera, fue un 5K exactamente en el día del Padre, su tiempo fue de 37:40 minutos, nada que presumir pero le gustó tanto que decidió continuar participando en otras carreras pedestres y muy pronto estuvo corriendo su primer 10K y en paralelo, decidió participar en su primer carrera de Bici de Montaña en la modalidad de Maratón y sin esperarlo, se subió al podio a recibir una medalla de 4º lugar.

El tiempo transcurrió, y a invitación expresa de su parte a practicar la bici, sus vecinos se fueron incorporando uno a uno hasta que poco a poco fueron superando al maestro, se autonombraron BelliniTeam; las carreras pedestres cada vez eran más frecuentes para Ruly y la idea de correr un maratón era cada vez más cercana pero no dejaba de pensar que a su edad sería una locura.

Al siguiente año, participó en varias carreras de 5 y 10K y en algunas otras de bici de montaña, así poco a poco fue mejorando su rendimiento físico y bajando de peso. Aprendió a disfrutar de éstos eventos, hasta que un buen día pensó en incursionar en el mundo del triatlón, así que comenzó a nadar, pronto cumpliría 42 años y para celebrarlo y agradecerlo, decidió correr un kilómetro por cada año cumplido, dicho lo anterior, planteó los objetivos, pero dijo una cosa a la vez, el maratón elegido sería el 12 de diciembre del 2010 en Monterrey y el triatlón sería en marzo del 2011 en el parque Fundidora, así que comenzó a nadar pero también a los pocos meses ya estaba entrenando para correr su primer Maratón.

Finalmente, el 12 de diciembre del 2010 y con un tiempo de 4:25 hrs. cruzó la meta del Maratón de Monterrey tomado de las manos de sus hijos, eso sí, con los brazos arriba, y para Marzo del siguiente año estaba finalizando el recorrido de su primer Triatlón, la felicidad lo embargó en ambos eventos y su vida cambió radicalmente.

Al día de hoy, Ruly goza de muy buena salud, ha bajado más de 20 kilos sin hacer dieta, solo nada, pedalea y corre; ha participado satisfactoriamente en 7 Triatlones, algunos duatlones, muchísimas carreras de 5, 10 y 15K, ha corrido 7 medios maratones y ya corrió su tercer maratón, sigue disfrutando de la bici de montaña y su amada esposa ya corrió varios 10K con él.

Y como todo esto lo disfruta muchísimo, a Ruly le gusta escribir para compartirlo con su familia y amigos. Ese es RulyRunner!!

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«Tu Historia» – Oscar Yamakawa

Oscar_YamaOscar Yamakawa
36 años
Administrador
Distrito Federal

 “Ahora soy uno de los jodidos más felices transportándome por la ciudad”

¡¡JODIDO!!” alcancé a escuchar al pasar por la derecha de un coche que se encontraba detenido. Me sorprendió ese comentario. Dentro de mí pensaba que lo jodido se debía a que iba en bicicleta al trabajo. Continué rebasando coches hasta llegar a la altura del semáforo que nos marcaba el alto. Dejé al automovilista atrás, atorado en el tráfico, estresado y enojado. ¿Qué necesidad que la gente desperdicie tanto tiempo transportándose al trabajo? ¿Qué triste que las personas estén tan estresadas a tan tempranas horas? ¿Por qué no tenemos mejores alternativas de transporte? ¿Por qué sabiendo que el coche ya no es la solución, sigue siendo aspiracional?, muchas preguntas me invadieron la cabeza en unos segundos. El semáforo se puso en verde y continué mi trayecto. Iba rodando y agachaba la cabeza por momentos, me veía y pensaba: No traigo un lujoso, llamativo o poderoso transporte, y a pesar de eso, rebasaba a todos por igual. Iba tranquilo, avanzando, con el fresco aire de la mañana y sintiendo los primeros rayos del sol. Sin molestar a nadie. No pude evitar esbozar una pequeña sonrisa de Mona Lisa. (Algunos automovilistas me miraban con su cara de “¿y este qué?”..jaja)

INFIERNO. En esta enorme ciudad en donde convivimos tantas millones de personas, se ha vuelto un infierno, un caos, un suplicio el poder transportarse debido a las pocas opciones y/o soluciones que el gobierno ha podido brindar. El auto (uno de los principales actores) ha sido idealizado de tal forma que “todos” lo traen en la cabeza (¡lo que hace la publicidad!). Aún cuando sabemos la penitencia que pasan los automovilistas, hoy en día, eso no importa. El coche sigue siendo aspiracional. (¡Qué chafa! #cardreamisover)

EL ACABOSE. Empecé gracias al terco de un amigo (Rodolfo, la porra te agradece y te saluda) y a las incomodidades que cada vez me provocaba el transporte público. Eso de andar colgado de un tubo, de que ande aplastado en una lata de sardina, de que los olores y humores se mezclaran,  de sentirme como ganado y de lo horrible que manejan los camiones, del tiempo que se pasaba y del estrés que incrementaba al ver que no llegaba al trabajo… ahhh….muchos feos sentimientos y corajes!

LOCURA. “¿En bici? ¿En esta ciudad? ¿Con estos locos al volante? ¡Estás loco!”, es lo que usualmente escuchamos. La mayoría, después de escuchar mi versión exclaman: “¡qué padre!”, ¡me gustaría hacerlo!”, pero no se animan, no lo dicen convencidos, otros porque las distancias de transporte no son los más adecuados y principalmente, los que tenemos miedo de circular con los coches. Algo que he aprendido es que si conoces el Reglamento de Tránsito Metropolitano (RTM), los derechos que tienes, tener el valor de salir, usar y apoderarte del espacio que también te pertenece, circular cada vez más, logra que te sientas seguro y confiado. Todo esto, tú mismo lo transmites a los automovilistas y aunque no lo creas, te respetan más. Está demostrado que cuando más ciclistas haya en una ciudad, más segura se vuelve.

QUEJASAhora, todos mis amigos y conocidos automovilistas aprovechan y se quejan conmigo (como si yo fuera el representante de “todos” los ciclistas): “No ma..we.. se pasan la luz roja”, “No respetan nada”, “creen que son de hule”, “se suben a la banqueta”, “van en sentido contrario”, “salen sin luces en la noche”, “parecen fantasmas”, “casi atropello a uno”, etc. Hasta cierto punto, tienen razón. Ellos también tienen lo suyo, pero hablando de los que andamos en bici, en cierta medida si molesta que no todos tratemos de cumplir con las reglas del juego. A mí no me gusta verlos en la banqueta sorteando peatones, no  me gusta verlos circulando en sentido contrario, se pasen los altos, etc. Así es que sólo pediría a mis colegas que respetemos el RTM y en la medida que podamos, eduquemos a los demás. Lo mismo que exigimos a los coches, debemos exigirnos también a nosotros.” El miedo del ciclista con el coche, es el mismo que siente el peatón con el ciclista”. Nosotros somos ejemplo. Nosotros somos comunidad, nosotros somos tráfico.

LO MEJOR. Existen muchas cosas positivas, pero sólo las encontraras hasta que las vivas: vive nuevas experiencias, encuentra nuevos amigos, conoce nuevos lugares, rueda con grupos ciclistas, saluda a tus colegas en la calle, mejora tu salud, estás de buen humor, ayudas al medio ambiente, eres parte de la solución al transporte, y muchas cosas más. El único “pero” que le pondría es que ahora me doy cuenta que volteo más para ver a las personas que traen bicicleta, que para ver a las niñas guapas pasar, y no sé si preocuparme un poco….jaja.
Hoy en día, el ser “jodido”-como me lo decía el conductor- ha valido la pena. Creo que ahora soy uno de los jodidos más felices transportándome por la ciudad.
¡Saludos a todos los jodidos que como yo, circulan por la ciudad!

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«Tu Historia» – Moisés Rodríguez

Moises_RodriguezMoisés Rodríguez
28 años
Estudiante
Guadalajara

“Fue y es hasta ahora un amor sincero”

A Frida la dejé de usar hace año y medio. Cuando la conocí, vestía de rojo. Estaba un poco desalineada. Fue amor a primera vista. Cuando me di cuenta de que no tenía compromiso alguno, me decidí por hacerme de ella. Todo el universo conspiró para que nuestra relación sucediera. Para que todo floreciera. Al tiempo de andar por las calles, le ofrecí cambiar de vestiduras; verde grisáceo oscuro. Le compré accesorios que le adornaran su hermosa figura. Fue y es, hasta ahora, un amor sincero, corrosivo, arrabalero, fiel, el más puro.

Pero como toda relación, y la nuestra no es la excepción, surgieron los problemas. Ya saben, desatenciones, falta de comunicación, desinterés. Literalmente me sentía como en un pasaje de la relación entre Diego Rivera y Frida Kahlo. Un amor fiel a consta de las infidelidades. Accidentado e involuntario a consta de toda sinceridad. Una tarde de verano, salimos a pasear. El viento nos acariciaba la cara e inspiraba a  no dejar de andar por la senda solar. Nunca he pisado la luna. La conozco por documentales y, puedo decir que las calles por las que andábamos eran muy parecidas a los cráteres del maravilloso satélite natural. Cómo sufrimos el andar por esos caminos. Nos reconfortaban las aéreas verdes con banquetas movedizas. Al menos en esa superficie no sufría el calzado de Frida. Ella tan ligera. fridaCon una vestidura envidiable. Y las calles tan deplorables. Era como vestirnos de gala para una fiesta en un salón campestre. Aun así, no dejábamos que nada nos perturbara la paz y armonía que nos brindaba la tarde, a nosotros, los enamorados. Frida me enseño lo que para ella es el amor, y yo, hasta ahora, puedo decir que lo comparto. Me enseñó que amor, es compartir. Y compartir sin condiciones, sin prohibiciones, sin ataduras, sin candados, sin claves ni contraseñas. Me enseño a amarla y a compartirla. Y así fue: la compartí con amigos y compañeros. No más de uno a la vez.  Hombres y mujeres por igual. Descubrí que disfrutaba verla andar con otros y otras. En verdad experimentaba un sentimiento de placer. Una nueva forma de ver y sentir el amor, favorecida por Frida. Plenitud en su más fiel expresión. Fueron de esos momentos que uno guarda en el baúl de los recuerdos. Sensaciones que son para vivirse. Pasajes de la vida que formaron y moldearon mi relación con Frida.

100_3851En mi caminar, me topé con una nueva compañera, me la presentaron, para prestármela y termino por ser mía. Mónica, es su nombre. Así es como la llamé. Tenía la intención de volver a andar por las calles acompañado. Pero ella, -Mónica- llegó sin esperarla, se presentó así, sin más. Encantado, le di a bienvenida. De un cuerpo robusto y ruda como sus suelas, parecía estar preparada para empezar una nueva aventura. Nacía entonces una nueva relación. Una nueva ruta comenzaba a formarse. Emprendí un nuevo recorrido por nuevos senderos, nuevos caminos. Tomé la ruta que me llevaría a recolectar experiencias para un nuevo baúl. Nunca comparé la relación de Mónica con la de Frida. No me gusta comparar. Todavía vivo con Frida. Simplemente vivo el aquí y ahora. Dejo cada momento y cada situación en su lugar. Amor es compartir, me enseñó Frida. Y aunque ya no salimos a pasear, compartimos un mismo lugar.

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«Tu Historia» – Elias Hernández Tapia

Elias_HernandezElias Hernández Tapia
34 años
Antropólogo
Distrito Federal

“Andar en bici significa moverte con tu propia energía”

Tengo cuatro días con mi bicicleta. Con ella me he convertido en una extraña simbiosis de peatón, motociclista y automovilista, pues me muevo en dos ruedas con la libertad de escoger caminos y tomar velocidades que me permiten disminuir los trayectos. Cuando puedo subo y bajo las banquetas, me meto a los estacionamientos y no pago ni un peso, ni siquiera me tengo que esperar a que avancen los coches. Cuando quiero me bajo de ella para caminar, especialmente por las calles empinadas que aún no logro dominar.

En ella no llevo prisa porque sabemos, ella y yo, que sea la hora que sea, llegaremos a tiempo, incluso antes que aquellos(as) que viajan en transporte público, como mi novia que no aguantó más y se compró la suya. El viernes que compré mi bici, ella se regresó en metrobus y luego tomó un camión que la deja cerca de la casa. Llegó veinte minutos después de mí; yo ya estaba recostado en el sillón viendo la televisión. No me creía que había llegado con tanto tiempo de diferencia. El sudor que había desaparecido, mi respiración regulada y mi postura en el sillón, fueron muestras y motivos suficientes que la convencieron para tener su propia bici. Al otro día, el sábado por la mañana, fuimos a comprar la suya.

Andar en bici significa moverte con tu propia energía, depender de ti para moverte de un punto a otro (el tránsito te resulta indiferente), sentir el viento en tu rostro (aunque se te metan basuritas en los ojos), evitar pagos propios de un automotor (gasolina, placas, tenencia, etc., etc., etc.).

Moverte en bicicleta te vuelve un ciudadano ‘Pro’ en una ciudad tan necesitada de personas que contribuyan a una mejor convivencia, empezando por la libre circulación. No sólo el ‘biciclista’ se sabe Pro, también lo saben algunos automovilistas que te ceden el paso o, al menos, lo consideran aquellos que no te avientan el carro para demostrar su poderío vial. A diferencia de un motociclista, por ejemplo, el ‘biciclista’ no vive en una carrera contra el tiempo ni contra otros automovilistas. No tiene necesidad de competir con ellos. El motociclista es gandalla por autonomasia, al menos así lo percibe una parte considerable de automovilistas, por lo que en la menor oportunidad que tienen, le avientan el carro o le recuerdan a su mamá con el claxon; fama que ha tenido que cargar el resto de motociclistas (entre los que me incluyo) gracias a los bien -o mal- conocidos pizzeros o repartidores que hacen de la circulación un verdadero estado de alerta al poner en riesgo su vida y la de otros conductores. Andar en bici te pone en un ámbito donde la libertad, la diversión y la seguridad conviven segundo a segundo.

Tienes la libertad de circular sabiendo que la seguridad depende más de ti que de otros. A pesar de que te puedes accidentar, los riesgos los puedes evitar con una correcta circulación que respeta y considera tanto al peatón como al automovilista, incluido el motociclista. Fuera de eso, la diversión está asegurada, ya sea sólo o acompañado. Saltar desde una banqueta, zigzagear en la calle (donde no hay autos), acelerar para tensar los músculos, pedalear parado, subir o bajar caminos y pendientes retadoras, avanzar en el tránsito mientras miras la cara de hartazgo de los automivilistas, burlarte de ellos (discretamente) mientras cargan gasolina -que cada vez les cuesta más cara-, aceptar el reto del perro callejero que se dispuso a perseguirte, esquivar el balón que apareció de la nada… y un largo etcétera que se extiende hasta que tú y tu bici quieran.

En estos días me he encariñado tanto con mi bici que no he tenido reparos en permitirle dormir en la recámara. Después de la sutil notificación de la administradora del edificio de que no podemos tener bicicletas en el patio, no he tenido empacho para darle cobijo dentro del departamento; y cómo no habría de ser así, si es la compañera que me llevará y me traerá de un lugar a otro. No importa si regreso empapado, empolvado o sudado. El viaje bien lo valdrá.

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«Tu historia» – Erick Monterrosas

Erick_MonterrosasErick Monterrosas
28 años
Defensor de derechos humanos
Distrito Federal

“Esta noche la ciudad es nuestra”

Miércoles 9:30 pm. Ángel de la Independencia. Manos conocidas se estrechan, mar de lucecitas intermitentes, los ajustes de último minuto, desarmadores, cinta. Nuestras aceitadas estrellas reposan postradas ante el Ángel. Los nuevos observamos inquietos, una especie de logia en crecimiento acecha. La voz grave reclama “¿Quién viene por primera vez?”. Las indicaciones son parcas y a la vez contundentes. Empieza la pugna por la ruta. Una democracia a obscuras, como otras, donde los gritos cuentan más que los votos. “Sur”, las manos se levantan. “Oriente”, parece que esta no será tu noche, “Norte” claman los puños, algunos perfectamente cubiertos por guantes.

El recorrido comienza puntual, nadie sabe con exactitud a dónde vamos. A donde sea, manubrios, pedales. Un auto con torreta y bocina pretende escoltarnos, pero el guía lo pierde hábilmente a pocas cuadras, deja que se adelante, vuelta intempestiva en una cuadra escondida, nos vemos. En realidad quien ande sobre más de dos ruedas será inexorablemente descartado. El paso es constante, la palabra de boca en boca, como los engranes de las cadenas, el torque de las revoluciones. “zanja-zanja-zanja-zanja-tope-tope-tope-tope”. Pasa fugaz la indicación, más de una ponchada es evitada. La gente mira de frente, la confianza de poseer la ciudad indomable, los pasadizos inextricables. El Centro profundo hace aparición, un escuincle grita “chingue su madre quien ande en bici”, una sola mentada para docenas de culeros. A estas alturas de la noche. ¿Quién osa penetrar mi barrio bravo?

Regresamos a los amplios ejes, salvo por una vena secundaria, prácticamente los cerramos. Proclamamos con furia y denuedo, esta noche la ciudad es nuestra. Esta es la venganza. Un automovilista, una bestia nos revienta, o al menos lo intenta. Avanza el carro, unos centímetros que son ultraje cuando son dirigidos hacia uno de nosotros. Creen que el poder y la armadura los han hecho invencibles. Aflora el rencor sublimado contra cada puerta, cada claxon y embestida de los toros de cuatro ruedas. La jauría de bípedos rodea la lámina que alguna vez fue inexpugnable. Algunos no ocultamos nuestras cicatrices. Insultos, sangre caliente, un minuto que se prolonga tenso, los excluidos de día proclaman su nocturna potestad absoluta de las calles. Un tipo mínimo sujeta frustrado su volante, tiene mil revoluciones por minuto, mas es lata inerte. El negligente queda rezagado, presiento que aún no comprende lo que está pasando, se queda inmóvil mientras lo rebasamos raudos.

Nos adentramos por las colonias de oídas, aquellas que nunca antes pisamos. Observamos con el fervor del que descubre, las fábricas, talleres, iglesias, las canchas y tiendas, las cosas más comunes y nimias con ojos imaginativos. A la luz mortecina que las ilumina, parecen espacios novedosos. Lo son, como sólo lo pueden ser los lugares que cargan su propia historia y la develan súbitamente ante el forastero. Los oriundos miran con desconfianza pero sin miedo. En mi ciudad aprendimos a crecer en guetos, no por propia voluntad o fatua reticencia. Este hermoso monstruo es un continuum de abismos; de distancia física y de realidades.

Hace eco la advertencia, alguna señal de que nos adentramos en territorio extraño, los barrios celosos tienen sus propias trampas. Vidrios, clavos, baches, sólo algunas formas de hostilidad mal disimulada. La hermandad hace acto de presencia, si se rezaga uno, paran todos, nadie se retira hasta que puedan zurcir esta cámara. De inmediato sale la parafernalia de reparación, y cómo no, la carrilla que ataca la destreza. Labios sensibles para detectar un leve soplo de aire, lima, saliva y parche. Esperemos que esto baste. Reanudamos la marcha, se vislumbra la Basílica, sus fantasmas peregrinos. Es un poco tarde, la tripa y el estrago exigen una recompensa. Las taquerías, amantes del monstruo, desperdigadas e infinitas en su inconmensurable territorio. Reímos, comemos, discutimos, observamos con envidia los cuadros de fibra de carbono y admiramos. Tomamos a bocajarro, el regreso nos espera.

Entrada la madrugada, los dedos gélidos y el pedal a fondo. Las bicicletas destellan, exhaustas y felices se van desviando por sus senderos, aquellos que llevan a casa. Gritos de despedida, nadie se da la mano.

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«Tu historia» – Enrique Vega

Enrique Vega
45 años
Editor
Distrito Federal

“El regreso a las dos ruedas fue motivado por compartir con mi hijo unos momentos de alegría”

El regreso a las dos ruedas fue fortuito. Motivado por lo más importante que existe en la vida… compartir con mi hijo unos momentos de alegría. ¿Por qué una moto? Mejor una bici y podríamos rodar juntos. Así ocurrió y de pronto volver a pedalear por las calles, como creo que muy pocas veces lo hice, se convirtió en costumbre y pasión, que afortunadamente he encontrado con más locos para compartir. Y el primer loco es Lencho, un oaxaqueño que desde hace dos décadas decidió  convertirse en el maestro bicicletero en un pueblo de Xochimilco. Receloso en un principio aceptó aunque no de muy buena gana revisar mi nueva bici, de marca famosa, pero la verdad es que cuando la compras en una tienda de lujo no esperas que venga en tan malas condiciones.

Qué lástima que las marcas no se preocupen por entregar productos listos para salir a las calles. Porque apenas me la entregaron me salí  a probarla, pero la verdad es que necesitaba ajustes desde el sillín hasta el último tornillo. Por cierto… ese sillín se rompió al pasar el primer bache. Así que Lencho, receloso y viéndome de no muy buena gana,  poco a poco fue dejando mi bici a punto… en realidad creo que nunca terminaré de ponerle y quitarle cosas. Pero ya está muy decente y lista para rodadas largas, aunque es bastante  pesada, pero eso sí, con un vistoso diseño retro.

Vueltas y más vueltas al taller y poco a poco el “Maestro” empezó a ser más amable. Se fue soltando en su plática, y empezó a contarme la historia de esa montaña de fierros viejos que un día fueron bicicletas que decenas de clientes fueron dejándole para reparar y que nunca regresaron y se fueron apilando, hasta casi llegar al techo de su viejo local. Me llama la atención que en la entrada del local aparece un letrero:  “No se responde por ningún trabajo después de 30 días” y sin embargo Lencho habla tranquilamente de un cuadro que un cliente le dejó hace 25 años para que lo pintara, pero no ha regresado a llevarle dinero. Para él cada cuadro tiene hombre… o al menos rostro. Recuerda a casi todos sus clientes y conoce a los que le encargaron un arreglo y un día regresarán, quizá en otros 10 años. Pero por alguna extraña razón que sólo él sabe, también sabe quiénes no regresarán y quienes nunca regresaron, provocando que los fierros se fueran apilando.

Hoy hemos rescatado cuatro bicicletas, la primera de ellas se llamo “Baikita 1” y se convirtió en una historia feliz. Pero nadie habría dado nada por ella. Era un cuadro viejo y abandonado. Sólo un cuadro sin color.

Después de resucitarlo. De pintarlo de un verde brillante ya lucía diferente. La verdad jamás pensé que se vería cómo quedó al final. De hecho Lencho tampoco lo pensó, pese a que él conocía todos los elementos que le iría poniendo.

Después de casi un mes de espera y trabajo finalmente quedó lista y lo primero que dijo el reconstructor fue un reclamo, porque al final ponerle todos los elementos nuevos elevó el costo casi en un 50%. Lo negociamos y se alcanzó un acuerdo, pero me advirtió que las siguientes ya no serían del mismo precio.

Al final “Baikita 1” salió a la calle. La verdad yo tenía dudas, pero todas se han disipado. No le falla ni le duele nada, aunque sí fue necesario ajustar algunos puntos, pero fueron mínimos. Además de que se le agregaron canastilla, faros, timbre y sobre todo, ganas de sacarla a pasear.

“Baikita 1” fue  el inicio y ahora Lencho sonríe cada vez que regreso, porque seguimos rascando pero ya no sólo en su montaña de fierros, sino en tantos otros rincones de la ciudad buscando alguna historia de dos ruedas que pide una oportunidad de ser restaurada.

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«Tu Historia» – Cécile Medina

Cecile_MedinaCécile Medina
33 años
Maestra
Distrito Federal

“Mi premio tenía dos ruedas y era de montaña”

Recuerdo que tenía en ese entonces 7 años. Todos los del salón de 2ndo año de primaria, habíamos participado a un concurso de dibujo organizado por un cine del distrito. Una tarde, sin más ceremonia, la maestra nos dijo de plano que el ganador del primer premio era alguien del salón. Entre algo como 500 alumnos, de 15 escuelas del distrito – o al menos eran muchos alumnos, según yo – alguien de NUESTRO salón había ganado. Estábamos muy orgullosos y a la vez muy sorprendidos.

El tema del concurso era “dibujar un comic en base a una película que nos gusta mucho, que existiera o no, que la hubiéramos  visto o no, pero que nos llamara mucho la atención”. La película que quería ver yo – y nunca había ido al cine de toda mi vida – era la película “La Bamba”, que contaba la historia de RichieValens, músico mexicano quien murió en un accidente de avión, una historia muy dramática y a la vez tan romántica para una niña francesa de mi edad. Me gustaba mucho la canción muy conocida que dio nombre a la película. [Una canción de idioma español, era algo importante porque, tenemos raíces españolas en la familia, por mi abuelo fallecido, republicano refugiado en Francia en el 1938 – bueno, nos les voy a contar toda la historia pero para mí, en ese entonces, era importante tener un mínimo de vínculo con algo de cultura española, o hispano-americana, lo que sea que suene español, no me fijaba tanto en el concepto de nacionalidad a esa edad.]

Siempre me había gustado dibujar desde el kínder, y a los 7 años gané el primer premio del concurso de dibujo entre escuelas. Fui al cine organizador para recoger mi premio con mi papá. El cine nos ofreció ver una película, y después de verla, fuimos a recibir los premios y hacer la foto de grupo de los ganadores – que salió al día siguiente en el periódico local. Mi primer momento de gloria.

Mi premio tenía dos ruedas, y era de montaña. Era blanca y azul, y vivimos nuestras primeras caídas juntas, en el jardín de la casa mis papás. Toda la familia ya tenía su bicicleta, por lo que pude juntarme a las salidas en bicicleta de fin de semana que organizaban mis papás. Vivíamos en el campo y era fácil. De ahí, mas grande, regale esta bici a un vecino, mi hermana mayor me regaló la suya, y seguí mi vida andando en bicicleta.

20 años después, llegué a México para hacer una práctica profesional en el campo de la movilidad sustentable, para implementar proyectos que incentivan al uso de la bicicleta. Otros momentos de gloria. Tuve la oportunidad de trabajar con gente muy dedicada, muy activa, gente que usa la bicicleta como modo de transporte en esta “megaciudadultrapeligrosa para los ciclistas y peatones”, gente con casco, gente sin casco, gente joven, gente mayor, güeros y morenos, gordos y flacos, con miedo, sin miedo, con niños, sin niños. Vi a todo tipo de gente andar en bici, de todas clases sociales, y siempre los que más me fascinaron fueron los obreros y repartidores, tan rápidos, tan ligeros, y con tanto sentido de lo contrario…

Sí, mi primera bicicleta, la gané gracias a un comic que dibujé acerca de una película mexicana que nunca vi y quería ver, que imaginé por completo a partir de un tráiler visto una vez en televisión. Me dediqué luego en participar al dibujo de un sueño, el sueño de una ciudad mexicana ciclista y peatonal. Los hechos no tienen nada que ver porque nunca fueron vinculados a propósito…pero se me hace bonito pensar que todos los sueños tienen algo que ver entre ellos mismos.

Pero nadie, nadie, entre todos estos ciclistas que he conocido y a quien he contado mi historia, ha escuchado hablar de la película La Bamba. No encontré a todos los ciclistas del DF, pues son miles y todavía no se han juntado todos al mismo tiempo en el mismo lugar para que pueda preguntarles a todos de una vez. Aprovecho la oportunidad de escribir aquí para preguntar a mis lectores “quien, quien ha escuchado de la película La Bamba sobre RichieValens?”  En realidad es que, nunca vi la película y desde chiquita me quedé con las ganas. Espero que alguien la tenga en sus manos y me la preste, un día de estos.

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